martes, 2 de octubre de 2012

Ensayo: Caracterísicas y contexto del hombre posmoderno

Mary Nieves Yáñez del Río
 “Es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa.”
(León Daudí)
“To me, absurdity is the only reality.”
(Frank Zappa)
“La era del Vacío”
Caracterísicas y contexto del hombre posmoderno
Éste texto es un análisis de la época actual en todas sus dimensiones. Lipovetsky (2012) en su libro "La era del vacío" hace un abordaje holístico partiendo del hecho de que las sociedades han avanzado a la “época posmoderna”, explica qué significa esto, cómo se dio y más importante aún, reflexiona sobre los cambios que esto ha ocasionado a nivel global. ¿Qué pasa cuando los pilares sobre los que se han edificado las culturas son derribados?
En general propone que el cambio a la sociedad moderna tuvo como última generación a los 60’s, el último movimiento en contra de la cultura de masa, de los “valores puritanos y utilitaristas” y sin embargo, el inicio de la posmodernidad sin innovación promoviendo los ideales de la vida simple, “light”, ecológica. Explica que el cambio inició con la individualización y la búsqueda por la personalización, todo puede ser ahora “a la carta” lo que ha generado una nueva lógica individualista, haciendo que todo gire alrededor del sujeto el cual tiene la opción de vivir de forma hedonista. A nivel individual, los cambios pueden remitir a una metáfora acertada: Narciso. La sociedad se mueve ahora a partir de postulados como “quererse lo suficiente para no preocuparse por los demás” es decir, se hace una hiperinversión en el espacio privado y es en este momento que empieza a operar la lógica de la seducción, la cual “transforma lo real en representación falsa” es decir materializa la ideología, los deseos, la identidad incluso; todo tiene un equivalente material. Esta equivalencia en una sociedad con sujetos narcisistas, viviendo de forma hedonista en el ‘aquí y el ahora’ y la producción a gran escala (en los años 20, como consecuencia al Fordismo) dieron pie a al capitalismo que considera únicamente a lo nuevo como estético, derivando en la aparición del consumo de masa. La accesibilidad junto con la posibilidad de tenerlo en el momento (gracias a las tarjetas de crédito) son otros factores operantes en lo que se consolidó como una sociedad posmoderna. Es así como a partir de los 50’s todo adquiere una lógica que gira en torno del consumo y del placer.
Es así como en la actualidad se difunden los valores del aquí y ahora, en búsqueda de la satisfacción inmediata, intentando desligarse del pasado que les dio contexto. Razón por la cual se ha dado la ‘flexibilización del tiempo’.  Esa perturbación al orden de los sucesos termina afectando invariablemente el proceso y resultado de los símbolos.
El tiempo, viene entonces en relación a la memoria que se tiene de él, al hablar del “presente” se habla implícitamente sobre un pasado y un futuro del ‘presente’ referido, “Nuestra identidad, nuestras relaciones, nuestra orientación en el mundo están íntimamente unidas a la temporalidad.” (Vázquez, 2001,pp.137-138). Esta nueva cultura del “zapping” denota entonces algo sobre la identidad de la sociedad a la que corresponde, la falta de pertenencia. Todo esto es fomentado por los medios de comunicación que a su vez intentan implementar un ritmo de vida demasiado acelerado como para ser razonado y debatido. En el caso de la pertenencia, los medios virtuales funcionan como depositarios de sus intereses y preocupaciones, resultando en individuos flotantes que por más virtuales que sean estos espacios, son “su verdadera casa” (Bauman, 2008).
Vivir en el aquí y ahora ha causado que los individuos vivan sin un sentido de trascendencia, sin perseguir ningún ideal fuera de aprovechar la infinidad de opciones para vivir en el hedonismo, este exceso de información de los mass media (caracterizada por comunicar por comunicar)  causa que el Yo se vacíe de referencias, que se desarticule derivando en la multiplicidad  “de roles que el concepto mismo de “yo auténtico” se esfuma. Y el yo plenamente saturado deja de ser un yo.” (Gergen, 1992, p. 26).
Ante tanta presión por parte de la saturación incongruente, se generó un sentimiento de absurdo y vacío ante los cuales la reacción de los individuos fue la indiferencia. Lipovetsky describe al hombre como un sujeto sin apegos, sin certezas y que busca (por la misma inestabilidad de las relaciones) “no sentir” y que huye de los referentes de sentimientalidad e incluso venera la discreción como símbolo de auto regulación y dignidad.
La obsesión de profundización y realización ha derivado en la liberación de códigos y costumbres con lo que ha su vez conluye en la alienación, en relaciones apáticas basadas en la seducción e intimidación. La imposibilidad de “vivir al otro” fomenta aún más el vacío.
Éste fenómeno está presente en todos los ámbitos de la vida actual que lleva de trasfondo el odio y la desvalorización del yo. Es así como las celebridades intensifican los sueños narcisistas fomentando la identificación, a odiar cada vez más la cualidad “normal”. Sin embargo, por el mismo narcisismo, hace que las celebridades sean cada vez más pasajeras ya que lo importante es la realización de uno mismo. Es así que pareciera que esa admiración a las celebridades es realmente un odio hacia el yo.
Así también vemos como el cuerpo se convierte en un sujeto que busca de igual forma su liberación, sin embargo, esta libertad depende de las imposiciones sociales sobre la “estética” y de lo nuevo ampliando cada vez más el panorama.
Un fenómeno parecido pasa con el humor, antes el humor se basaba en la inadaptación del personaje, al absurdo o a lo burlesco. En la actualidad el humor radica en la reflexión propia de la conciencia narcisista. Así Woody Allen transmite su propio ridículo, su yo devaluado.
El autor explica que la época moderna estaba plagiada de “marginados” o vanguardistas que no cedían a la desidia colectiva. Eran estos personajes que revolucionaban la sociedad burguesa con la exaltación del yo, la autenticidad y un agudo sentido crítico. En las épocas posmodernas la destrucción de modelos establecidos se ha exagerado hasta el absurdo mientras que la originalidad se ha perdido.
Por otro lado explica que la violencia, que fue uno de los medios sobre los cuales se edificaron las culturas está casi por extinguirse. Los individuos prefieren “vivir la vida” y profundizar más sobre sí mismos antes que enfrentarse e incluso se desprestigia a la persona que hace uso de ella, a diferencia de exaltarla con cuestiones de honor y lealtad como se hacía antiguamente. Sobre esta misma línea menciona cómo si bien ha habido un decremento en cantidad, la brutalidad se ha disparado, en esa búsqueda de sentimiento y exaltación que menguan en la indiferencia del sujeto posmoderno.
En general el autor propone que el sujeto posmoderno está tan saturado y con tanta multiplicidad de opciones, seducción del consumo, personalización que en realidad hay un vacío, un desierto que rige su vida, sus relaciones y sus expectativas. Para atenuar este sentimiento, el individuo recurrió a la indiferencia, al desapego y a la frialdad para sostenerse cuando todas las otras estructuras que mantenían su congruencia y su temporalidad, ya no cumplían una función de anclaje mnémico, de referencia en la cual sostener su identidad. ¿Qué pasa con una sociedad sin “vanguardistas”, de zombies, de individuos flotantes y desestructurados a los cuales sin embargo se les debe respetar su derecho a hablar, a votar, a hacer?
Bibliografía:
  1. 1-  Lipovetsky, G. (2012). La era del vacío. Editorial Anagrama: Barcelona.
  2. 2- Gergen, K. J. (1992). El yo saturado: Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo. Buenos Aires: Paidós.
  3.  3- Vázquez, F. (2001). La memoria como acción social: Relaciones, significados e imaginario. Buenos aires: Paidós





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